RECURSOS

Hasta la segunda mitad del siglo XX los métodos del trabajo agrícola apenas habían evolucionado. Se usaba el arado romano, que se mejoró con la vertedera, la siembra y el abonado se hacían a mano, se segaba con falz o con dalla, y si el sembrado era claro o malo a “ranquete”. La jada era el utensilio para todas las faenas de la huerta.
A partir de 1955, y precedido de un breve tiempo en que se empleaban máquinas segadoras, engavilladoras y aventadoras, se mecanizó de manera rápida la agricultura, equipándose el pueblo con gran cantidad de tractores, cosechadoras y demás herramientas apropiadas. Podemos decir que Castelserás pasó bruscamente de una agricultura primitiva a otra mecanizada.
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arado romano
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1ª máquina del Bajo Aragón

presqueros

Antiguamente la base económica del pueblo descansaba sobre el olivar, mientras que la manutención familiar se hacía con los productos de la huerta. Posteriormente se produjo una tendencia a la sustitución del olivar, debido a lo engorroso de su recolección, por el cultivo de cereales que está más mecanizado. La huerta ya no es sólo para la manutención familiar, cada vez se emplea más para plantaciones de frutales, que son altamente rentables, sobre todo el melocotón tardano.

 
almendras

En las tierras de secano, y en sustitución de los olivares, se plantaron y plantan almendreras, con lo que los valles van perdiendo su hermoso color verde ceniza, que es sustituido por el verde claro de los almendros.

Durante muchos años las mejores y mayores fincas de huerta era propiedad de unos pocos señores; pero poco a poco los propios agricultores de Castelserás han ido accediendo a la propiedad. Así la Torre Benedí era propiedad de un señor de Calanda, así como la Nora que pertenecía a otro, también de Calanda; la Torre Vaquero era de los Cascajares, y la Torre Quemada de los Santapau.
A partir de 1940, estando de párroco Mosén Jesús, se compró la Nora, y la Torre Vaquero en 1942.
huerta
almazara
Había en el pueblo varios molinos de aceite, en cada uno había tres empleados: un parador y dos mozos; se empleaba un mulo para hacer rodar el rollo que trituraba las olivas. De una caldera de agua hirviendo se echaba un cazo de agua por cada capaza de pasta al hacer el pie. El propietario de las olivas se encargaba de traer la leña y alimentar el fuego. En cada pe se ponían unos 250 kg de pasta, prensar el pie costaba cuatro horas. La presión se hacía con una viga, de uno de sus extremos se colgaba una gran piedra llamada libra que hacía de contrapeso y se subía por medio de una caracola o tornillo de madera, una vez subida la libra se podía descansar, pues ella iba haciendo la presión.
Del orujo, residuo que queda tras sacar el aceite de las olivas, se sacaba un aceite de inferior calidad y se empleaba para hacer jabones, después de sulfurarlo en la fábrica del sulfuro.
Existieron también dos molinos de harina, el Molino Julve y el de la Carrasca. Los vecinos solían moler a comienzos del invierno, cada casa se hacía su propio pan que cocía en cualquiera de los tres hornos de pan que había.