- Había
en el pueblo varios molinos de aceite, en cada uno había tres
empleados: un parador y dos mozos; se empleaba un mulo para hacer
rodar el rollo que trituraba las olivas. De una caldera de agua
hirviendo se echaba un cazo de agua por cada capaza de pasta al
hacer el pie. El propietario de las olivas se encargaba de traer
la leña y alimentar el fuego. En cada pe se ponían unos 250 kg
de pasta, prensar el pie costaba cuatro horas. La presión se hacía
con una viga, de uno de sus extremos se colgaba una gran piedra
llamada libra que hacía de contrapeso y se subía por medio de
una caracola o tornillo de madera, una vez subida la libra se podía
descansar, pues ella iba haciendo la presión.
- Del
orujo, residuo que queda tras sacar el aceite de las olivas, se
sacaba un aceite de inferior calidad y se empleaba para hacer
jabones, después de sulfurarlo en la fábrica del sulfuro.
- Existieron
también dos molinos de harina, el Molino Julve y el de la
Carrasca. Los vecinos solían moler a comienzos del invierno, cada
casa se hacía su propio pan que cocía en cualquiera de los tres
hornos de pan que había.